La Rosácea es una enfermedad común que afecta del 2% al 3% de la población general, especialmente a las mujeres. Su nombre se debe al color característico que adquiere el rostro por la dilatación de los pequeños vasos sanguíneos. Afecta especialmente a las mejillas, la frente, el mentón y la nariz, presentando lesiones que se asocian con enrojecimiento (eritema), granos rojos que en ocasiones contienen pus (pápulas-pústulas), vasos dilatados (telangiectasias), y suele ir acompañada de sensación de calor y piel hipersensible.

Su origen se desconoce, pero hay algunos factores que la desencadenan: sol, bebidas calientes, comidas picantes, bebidas alcoholicas, temperaturas muy altas o muy bajas, estrés emocional, ejercicio físico, medicamentos que dilatan los vasos sanguíneos.

Esta enfermedad es crónica y puede presentar brotes intercalados con periodos de remisión. No podemos definir exactamente cuánto puede durar un brote de rosácea porque cada piel se comporta de una manera diferente. De ahí la importancia de llevar una rutina minuciosa y constante.

No existe un tratamiento que cure definitivamente la rosácea. Por tanto, el objetivo es mantenerla controlada y prevenir los brotes. De ahí la importancia de llevar una rutina minuciosa y constante. Empezando por la eliminación de factores agravantes y la recomendación del uso de productos apropiados, incluyendo el empleo regular de foto protectores.

El tratamiento dermatológico para rosácea leve inicia con medicamentos tópicos y para casos más severos será necesario añadir antibióticos orales o retinoides durante varias semanas o meses. Para lograr el éxito terapéutico se combinan tratamientos que controlen la rosácea desde todos los puntos que afecten a su evolución. Este manejo deberá ser realizado netamente por un Dermatólogo, el cual te dará las pautas del tratamiento adecuado y correcto.

El Cáncer de Piel es el más frecuente entre todos los tipos de cáncer. En Ecuador cada vez se diagnostica un mayor número de casos de cáncer de piel. Según el registro del año 2014 de la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (SOLCA) en Ecuador, en Quito, se observó un promedio de 33 casos de cáncer de piel no melanoma por cada 100.000 habitantes, cifra que en el 2020 se elevó a 41.1 casos por cada 100.000 habitantes en hombres, y 36.7 en mujeres.

El cáncer de piel sucede cuando las células normales de la piel se convierten en células malignas. Puede ocurrir en cualquier sitio de la piel, pero es más frecuente en las zonas expuestas al sol (cabeza, cara, cuello, dorso de manos, brazos y piernas). Los efectos dañinos del sol tienen lugar a lo largo del tiempo. Otro factor de riesgo es el uso de cámaras de bronceado.

Existen dos tipos principales de cáncer de piel: melanoma y no melanoma. El melanoma puede aparecer también en zonas no expuestas al sol y en mucosas, es más grave y puede ser mortal.

Los tipos no melanoma son: el “carcinoma basocelular” y el “carcinoma escamocelular”. La mayoría de estos pueden ser tratados de forma eficaz debido a su crecimiento lento. Si no son tratados, pueden causar lesiones extensas, deformidades y metástasis.

Cuando una lesión es sospechosa de cáncer de piel se debe realizar una biopsia para confirmar su diagnóstico. El tratamiento se basa en el tipo de cáncer de piel, el tamaño y la localización, la edad y antecedentes del paciente. Lo importante es prevenir el cáncer de piel con foto educación, chequeos anuales y diagnosticar el cáncer lo más tempranamente posible.