¡Bienvenidos! Como dermatóloga, entiendo lo impactante que puede ser enfrentarse a la caída del cabello, especialmente cuando el estrés se suma a la ecuación. El estrés puede desencadenar una cascada de eventos en nuestro cuerpo, afectando directamente la salud capilar. Cuando estamos bajo presión, nuestro sistema inmunológico puede reaccionar de manera adversa, contribuyendo al debilitamiento del cabello y su eventual pérdida. El estrés es una reacción fisiológica, en la que el organismo despliega y activa sistemas de defensa ante una situación. Por lo general, las situaciones que desencadenan respuestas de estrés, son aquellas que se perciben como amenazantes o altamente demandantes, o aquellas frente a las que el individuo siente no tener herramientas de afrontamiento.

En algunos estudios se ha concluido que los principales precipitantes psicológicos para la alopecia son la depresión, la ansiedad, eventos vitales estresantes y disfunciones familiares. Es fundamental abordar tanto el estrés como la caída del pelo de manera integral. En primer lugar, trabajemos juntos para identificar las fuentes de estrés en tu vida y desarrollar estrategias efectivas para manejarlas. Esto podría incluir prácticas de relajación, ejercicios físicos o cambios en el estilo de vida. Además, examinaremos tu rutina de cuidado capilar para asegurarnos de que estés utilizando productos adecuados y adoptando hábitos que favorezcan la salud del cuero cabelludo. Con un enfoque personalizado, podemos enfrentar el estrés desde la raíz y fortalecer tu cabello para que vuelva a lucir saludable y radiante.

¡Estamos aquí para guiarte en este viaje hacia una pelo fuerte y hermoso!

Cada vez es más frecuente ver mujeres mayores de 25 años con acné, hay 2 tipos de acné postadolescente:

1.- PERSISTENTE, muy frecuente y es la continuación de la adolescencia y permanece en la edad adulta, se caracteriza por lesiones inflamatorias que afectan el tercio inferior de la cara y cuello.

2.- TARDIO, aparece por primera vez en mayores de 25 años, mayormente en el mentón y alrededor de la boca, con comedones o miniquistes, y numerosas lesiones rojas y pustulosas.

Se han implicado múltiples causas, es necesario descartar alteraciones hormonales y requieren evaluación médica y exámenes de laboratorio. En cuanto al tratamiento difiere del de los adolescentes ya que son casos más resistentes a las terapias convencionales y debemos considerar el uso de hormonas como anticonceptivos e incluso isotretinoína en dosis bajas o intermitentes. También se aconseja a nuestras pacientes que se abstengan del hábito tabáquico y la manipulación ya que empeora el acné.

A menudo los dermatólogos nos encontramos con pacientes que presentan acné durante el embarazo, donde los cambios hormonales y fisiológicos pueden activar la patogenia del acné. Suele ser más grave en el 2do y 3er trimestre, incluso continuar en la lactancia. Se caracteriza por lesiones inflamatorias que se extienden hasta la espalda y el pecho.

Varios de los tratamientos para el acné que usamos en la población general, están contraindicados en el embarazo y la lactancia. En el caso de un acné leve a moderado podemos comenzar con terapias tópicas, como peróxido de benzoílo o ácido azelaico. En cambio, el acné moderado a severo requiere de antibióticos orales que sean seguros para el feto. En los casos de acné refractarios puede agregarse corticoides intralesionales, o terapias con láser o luces. Los retinoides están CONTRAIDICADOS en el embarazo y lactancia.

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